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viernes, 7 de febrero de 2014

DISCOS RESCATADOS: PRIMER SINGLE DE "HILARIO CAMACHO": «CANTA POEMAS DE NICOLÁS GUILLÉN» (1968)

De izquierda a derecha Anselmo Cano, Elisa Serna e Hilario Camacho.
Componentes del colectivo "Canción del Pueblo"

En la sección del blog –«AQUÍ DONDE CANTAMOS COMO QUIEN RESPIRA»– dedicada a rescatar algunos discos que han sido "claves" en la historia de nuestra "canción de autor", hoy vamos a recuperar el siguiente:


HILARIO CAMACHO grabó este disco –el primero de su discografía–, en 1968. Fue un single en el que incorporó dos canciones creadas sobre textos adaptados de NICOLÁS GUILLEN: "El fusilamiento" y "El son del desahucio"; canciones que fueron arregladas musicalmente por Manuel Toharia –también "cantautor" en aquella época y, a la vez. personaje que entre los años 1970 a 1980 fue una de las caras más populares de la Televisión Española por sus apariciones en pantalla como "el hombre del tiempo"–.

La edición de aquel disco se realizó en una editorial llamada EDUMSA (Editorial Universitaria Madrileña S. A.), empresa montada por un colectivo de universitarios entre los que se encontraba Luis José Leal, miembro del Grupo Canción del Pueblo, al que Hilario también pertenecía.

A continuación os invito a escuchar las dos canciones de este disco:


EL FUSILAMIENTO
A un hombre con los brazos atados
lo van a fusilar,
Son cuatro soldados
para disparar.
Son cuatro soldados
callados,
que están amarrados,
lo mismo que el hombre 
que van a matar.
¿Puedes escapar?
¡No puedo correr!
¡Ya van a tirar!
¿Qué vamos a hacer?
Quizá los rifles no estén cargados.
Seis balas tienen de fiero plomo.
¡Quizá no tiren esos soldados!
¡Eres un tonto de tomo y lomo!
Tiraron.
¿Cómo fue que pudieron tirar?
Mataron.
¿Cómo fue que pudieron matar?
Eran cuatro soldados callados,
que estaban atados,
lo mismo que el hombre 
que fueron los cuatro a matar».




EL SON DESAHUCIO
«El alquiler se cumplió 
te tienes que mudar;
pero el problema es serio,
porque no hay con qué pagar.
Si encuentras cuarto vacío,
te tienes que mudar,
y si acaso no lo encuentras,
te tienes que mudar.
Si el dueño dice: “Lo siento”,
te tienes que mudar;
y si no dice nada,
te tienes que mudar.
Como sea, como sea,
te tienes que mudar;
con dinero, sin dinero,
te tienes que mudar.
Calma, mi compadre, calma,
vamos los dos a cantar,
que venga el casero ahora,
él nos podrá acompañar.
Diga usted señor casero,
ayer me citó el juzgado,
y dije que no he pagado
porque no tengo dinero,
y estoy parado.
Yo no salgo a la calle,
porque el agua a mi me moja;
venga usted, casero, y diga,
si va curarme el catarro
después que el agua me coja.
Conozco pisos vacíos
y casas sin habitantes:
¿cómo voy a estar de pie,
con tantos puestos vacantes?
Calma, mi compadre, calma,
vamos los dos a cantar,
que venga el casero ahora,
él nos podrá acompañar.
A usted lo achica el miedo?
¡No, señor!
A mí no me achica el miedo,
y aquí me quedo,
sí, señor».

Aquel primer disco de HILARIO CAMACHO se publicó con un encarte en el que aparecía escrito un hermoso texto del poeta Jesús López Pacheco; texto que se ha convertido en un referente de lo que significó, y sigue significando, la llamada "canción de autor", en particular, respecto a la musicalización e interpretación cantada de textos de nuestros poetas contemporáneos.

Jesús López Pacheco.

«Ha sido detenida la poesía –escribía López Pacheco. Sus jueces la han condenado a imprenta perpetua. Tal habría podido ser la noticia difundida por los últimos trovadores al ver los primeros libros de versos. Allí estaba la poesía encerrada, atada, descolorida y muda, tras los barrotes de las líneas; desde entonces, tendría que esperar al lector, en lugar de ir de boca en boca al pueblo, de quien nacía por manantiales llamados poetas. Los trovadores, entonces, arrojaron sus vihuelas.

Pero esa cárcel de la imprenta podía tener ventanas casi infinitas –los libros– por los que la poesía se asomaría a la calle, a la gente. Pronto, sin embargo, sus enemigos lograron controlar su número y tamaño, de modo que, ni aún pálida y muda, ni aún seca y retorcida de sufrir, pudo llegar sino a muy pocos lectores. Y así la vemos hoy, asomada tímidamente a esos escasos y pobres ventanales de las ediciones de poesía, viendo al pueblo alejado y alejada ella del pueblo.

Hilario Camacho ha recogido la vihuela de los trovadores. Junto a sus compañeros del entusiasta Grupo Canción del Pueblo –junto a Paco Ibáñez, al que todos ellos consideran como el gran "liberador"–, Hilario Camacho ha venido a liberar la poesía. A fuerza de música, de voz, jóvenes y hermosas, saca a los poetas a la calle, y los saca más vivos, como resucitados –algunos– por la guitarra. Los poetas debemos estar agradecidos a Hilario Camacho y a los verdaderos "liberadores de la poesía" por su arte auténtico».

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