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domingo, 29 de abril de 2012

"CANTIJUEGO" PREVIO A ECHARSE A VOLAR

A Pablo Andrés Delgado Vasquez
que desde Santiago de Cali siempre logra sorprenderme


En el "cuelgue" de ayer recordábamos estas palabras de Fernando Savater


Pues bien, hoy nuestro "cantijuego dominical" va a girar en torno a ese sueño del poder "volar", es decir, en torno a la experiencia que supone, para la mayoría de los seres humanos, el deseo y el derecho a la "libertad".

Hoy voy a presentar catorce fragmentos poéticos que corresponden a catorce canciones en las que aparece la experiencia del "volar". Nuestro "cantijuego" consiste en identificar cuál es el tílulo de esas canciones, y quiénes son sus autores y/o intérpretes.

Evidentemente, y como siempre, aparte del juego de identificación que os propongo realizar,  con este "cuelgue" pretendo algo que considero mucho más importante; deseo que disfrutemos juntos con la lectura de estos fragmentos poéticos; que la libertad nos prenda una vez más en este domingo de finales de abril...; ¡que soñemos con volar!...; y, sobre todo, ¡que descubramos y sintamos, hoy más que nunca, que podemos y debemos volar!

Y realizada mi declaración de intenciones, ahí van los poemas:

1
«Levanta el ave el vuelo
y aspira la infinita inmensidad,
en ella no manda dueño
ni tormenta ni trueno.
Levanta el ave el vuelo
y a veces yo la quisiera imitar,
sabiendo que no puedo,
no he de impedir su vuelo».

2
«Ay quién pudiera volar
por encima de los muros,
de los mares, las estrellas
por encima de las olas,
de las nubes, de los cielos
por encima de la arena,
de los ríos, de los hielos,
por encima y por debajo,
volar lejos, volar alto».













3
«Hay que despreciar el tiempo para conseguir alas
y pasar las horas muertas ante un pájaro,
imitarlo a navegar por el espacio
con las alas invisibles de tu corazón
¡Alas!
cantando "pio-pio" ir volando al sol
Incólume al calor y al frío filo del hacha del podador».





4
«Hace tiempo, le dije, que cortaron al hombre 
una antigua costumbre de volar que tenía: 
Sólo seremos nuestros el día que consigamos 
ver nacer a los niños con alas». 






5
«Yo quiero ser
para tu incertidumbre
el golpe de viento que rompe el aire
y te abre el horizonte
para emprender de nuevo el vuelo
que te llevará hasta la playa».






6
«Envuélvete en mi cariño
deja la vida volar
tu boca junto a mi boca
paloma, palomitay.
Ahora volemos libres
tierna paloma
no pierdas las esperanzas
palomitay,
la flor crece con el agua».






7

«Ahora vuelvo a volar. Tengo unas alas blancas
con que abrazar el aire, romper el horizonte,
llegar hasta ciudades lejanas como sueños
y enseñarles a todos que es posible la vida».






8
«Voy guardando tus latidos
por si quieres regresar,
que he inventado melodías
para que puedas cantar.
Voy abriendo mis sentidos,
me falta tu mirar.
Que la vida es más sencilla
sin miedo a volar, [...]
Te lo digo yo que guardo en mi boca
un trozo de cielo por si quieres volar».










9
«Existe un país en los trópicos
donde a veces el frío es mortal
cuando un alma se enferma de veras
con anemia de libertad.
Allí le ponemos dos alas
le enseñamos de nuevo el vuelo
y aparece de repente el sol 
calentando nuevamente el cielo».


10
«Sólo quien ama vuela. Pero, ¿quién ama tanto
que sea como el pájaro más leve y fugitivo?
Hundiendo va este odio reinante todo cuanto
quisiera remontarse directamente vivo.
Amar ... Pero, ¿quién ama? Volar ... Pero, ¿quién vuela?
Conquistaré el azul ávido de plumaje,
pero el amor, abajo siempre, se desconsuela
de no encontrar las alas que da cierto coraje.
Un ser ardiente, claro de deseos, alado,
quiso ascender, tener la libertad por nido.
Quiso olvidar que el hombre se aleja encadenado.
Donde faltaban plumas puso valor y olvido.».











11

«Como un pájaro libre, de libre vuelo,
como un pájaro libre, así te quiero».











12

«Volar, como hicimos tantos años,
que todavía duermo en ti,
que te conozco con mis manos,
con mis ojos, con todo lo que hay en mi;
volar, y aunque no recuerdes nada
sé que no me olvidarás».









13
«Lóbrego rincón de una portería 
donde no entra el sol y nunca es de día
triste habitación húmeda y sombría
sin ventilación
un brasero de picón en la camilla
por toda calefacción
así vivía Juan con su imaginación,
que le hacía olvidar su condición
para escapar y despegar de su rincón
y despegar de su rincón
para poder volar, volar, volar,
para olvidar».













14
«Todos volaban tan bajo
y él se remontaba a las nubes más altas,
crecieron sus alas, menguaron los brazos
y fue construyendo su nido en un árbol.[...]
Todo su afán consistía
en sentirse muy libre, romper las amarras,
beberse la vida, pasar de ataduras
de casa y familia y sólo regirse
por leyes no escritas».














Y ahora, vamos a "cantijugar"...; ahí quedamos, como siempre en el apartado de "comentarios".

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