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martes, 22 de noviembre de 2011

¡MALDITAS GUERRAS! 100 + 100 + 18

El desgarro, la rabia y el grito permanecen...


... y mientras sea necesario –y tenga vida– aquí estaré solicitando vuestra solidaridad
contra las ARMAS y contra la GUERRA.

¡¡¡¡MALDITAS GUERRAS!!!!

MATÍAS ÁVALOS y LUIS FELIPE BARRIO I. HONESTIDAD, COMPROMISO Y BELLEZA. TRES COMPONENTES ESENCIALES DE LA LLAMADA «CANCIÓN DE AUTOR».

Matías Ávalos y Luis Felipe Barrio

El pasado miércoles, 16 de noviembre, en el Concierto en Defensa de la Educación Pública, celebrado en Madrid, me encontré con Matías Ávalos y con Luis Felipe Barrio; hablamos un rato, y cuando les correspondió su actuación me metí en un rincón de la sala donde se estaba realizando el concierto para escucharles; confieso que en aquel momento, viéndoles allí, en el escenario, sentí una emoción muy intensa...; emoción por lo que cantan, por cómo lo hacen y, sobre todo, por lo que son, y por lo que han significado, y significan, para la "canción de autor". (Además, ellos también son poseedores de las dos G de las que hablábamos hace unos días refiriéndonos a Alfonso del Valle, es decir, son muy, pero que muy, "Güena Gente")

Matías y Luis Felipe son dos creadores con una trayectoria profesional intachable, de exquisita sensibilidad, solidarios siempre, comprometidos, incansables, humildes y grandes: grandes músicos y extraordinarios poetas populares.

Sí...: es cierto: me emocioné al escucharles cantar porque, al margen de lo mucho que me atraen y me gustan sus canciones –tanto las versiones que realizan, como sus temas propios–, sus presencias en un escenario son –desde mi punto de vista– todo un referente de lo que es, de lo que ha sido, y de lo que debería ser –en este momento, y en el futuro– la auténtica "canción de autor". Referente que ellos testimonian con tonos de humildad –sin mucha palabrería inútil– pero que, hoy por hoy, resulta imprescindible. 

Matías y Luis Felipe pertenecen a una generación de creadores extraordinaria, que, a finales de los noventa –la mayoría de ellos en torno a los discos "Cantautores. La nueva generación"– supo darle fundamentación y calidad –sobre todo musical– al género y al universo de los cantautores que, en aquel momento, atravesaba, en nuestro país, una profunda crisis de identidad. (Generación integrada, entre otros, por jóvenes compositores e intérpretes como Antonio de Pinto, Rafa Mora, Eva Chamizo, Moncho Otero, Andrés Sudón, Alfonso del Valle, Joaquín Calderón, Carlos Chaohén, Óscar Montilla, Fran Espinosa, Lola Sadoval, César Rodríguez, Quique González y, por supuesto Matías y Luis Felipe).

Luis Felipe Barrio y Matías Ávalos

Al hilo de lo que acabo de escribir, y de lo mucho que admiro a esa generación de "cantautores" de finales de los noventa –en cierto sentido "maldita"–, he de decir que, a veces, me entristece tremendamente comprobar y pensar en la gran y lamentable ignorancia y desinterés que padecen muchos jóvenes creadores –felizmente no todos– respecto a la historia y a la evolución de la "canción de autor" en nuestro país.

Es frecuente que algunos de esos jóvenes compositores e intérpretes sólo se conozcan y se interesen por sí mismos, y por el grupo al que pertenecen –o con el que se sienten aliados–, pero no mucho más; algunos incluso reniegan del género de la "canción de autor" aunque en realidad estén enganchados  a sus planteamientos, certámenes y circuitos para lo que les interesa. Posicionamiento absolutamente incoherente que provoca que se vayan perdiendo señas de identidad culturales y colectivas de la "canción de autor" y que se genere una cierta confusión.

Hoy todo vale y todo se puede enganchar en el género de la "canción de autor", y, como consecuencia de ello, proliferan productos musicales light y descafeinados –a veces incluso premiados en cierto certámenes– que nada tienen que ver con las señas de identidad de dicho género, entre las que figura –desde el punto de vista ético-literario– lo que ha de ser un compromiso con la vida, con la realidad y con los valores sociales que configuran el verdadero concepto de "vida digna", entre ellos, hoy más que nunca, por ejemplo, los valores de la justicia, la igualdad, la ternura, la compasión, la solidaridad y, por supuesto, el amor en todas sus dimensiones, ese amor que, como diría Violeta, "se va enredando, enredando, como en el muro la hiedra".

Bueno, disculparme por haberme ido por otros derroteros, y permitidme ahora que vuelva sobre Matías Ávalos y Luis Felipe Barrio, a los que voy a dedicar éste, y el cuelgue de mañana.

En sus orígenes como creadores, Matías y Luis Felipe iniciaron su andadura musical en solitario. De hecho en el disco "Cantautores. La nueva generación 2" (1998), cada uno participó individualmente con dos canciones. Por otra parte, antes de formar el dúo, ambos ya habían escrito varios libros de poemas, y  habían grabado su primer disco en solitario: Matías, el titulado "Manicomio" (1997), y Luis Felipe, "Lo que la edad nos cura" (1997).

Primeros discos en solitario de Matías Ávalos y Luis Felipe Barrio.

Un buen día, Matías y Luis Felipe decidieron juntarse para formar un dúo, y tras un tiempo de rodaje, compartiendo aquella aventura, tomaron la decisión de grabar un disco en directo; obra que titularon "Rojo" (1999)que fue grabada en la Sala Libertad 8, y que –vuelvo a insistir– es una obra clave y de referencia en la historia de la "canción de autor" en nuestro país.


En este disco, compuesto de 17 temas, intervinieron, aparte de Matías Ávalos y Luis Felipe Barrio –cantando y tocando la guitarra–, C. Felipe Aguado –guitarras– Toni Jarillo –contrabajo–, Luis Lozano –teclados– y dos extraordinarias colaboraciones: la de Eliseo Parra –haciendo percusiones y voces– y la de Javier Ruibal que cantó, junto con Matías y Luis Felipe, su canción "Pasará".


Fotografía que aparece en el libreto del disco "Rojo"
de Luis Felipe Barrio y Matías Ávalo.


Entre las diecisiete canciones que componen este CD, nos encontramos con hermosísimos temas creados por Matías y Luis Felipe y cinco versiones, o temas ajenos, sorprendentemente hermosos: "El invento", de Joan Baptista Humet –al que le rendiré un cariños homenaje el próximo día 30, aniversario de su muerte–; "Mediterráneo", de Joan Manuel Serrat; "Por el azul de este mar" de Eliseo Parra; "Pasará", de Javier Ruibal; "Sara en blanco y Negro", de Luis Medina; y una de las más bellas versiones que he escuchado del poema de Lorca: "Verde que te quiero verde", con música de José Manuel Ortega Heredia "Manzanita".

En síntesis, un disco que merece recuperar, al que le siguió el titulado "¿Seattle?", del que hablaremos mañana.

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