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domingo, 12 de junio de 2011

¡MALDITAS GUERRAS! - 81

Hoy vamos ponerle al "cuelgue" contra la guerra un toque de humor y de inteligencia, y lo hacemos con esta viñeta de Daniel Paz:


PABLO GUERRERO III. Y llegó "A Cántaros" empapándonos de esperanza.


Cuando Pablo Guerrero finalizó sus estudios primarios, abandonó Esparragosa y se trasladó, primero a Badajoz, y, posteriormente, a Sigüenza (Guadalajara), para "hacer" la llamada Secundaria y la carrera de Magisterio. Época en la que empezó a interesarse por la música y a realizar "sus primeros pinitos" con la guitarra.

En 1967, siendo ya "maestro", Pablo fijó su residencia en Madrid, donde empezó a trabajar como maestro, se matriculó en la facultad de Filosofía y Letras, recibió clases particulares de música y empezó a componer sus primeras canciones, canciones que, de alguna manera, revelaban el alma de aquel extremeño, residente en la gran ciudad pero, en el fondo, lleno de amor y de añoranza hacia su tierra, hacia sus paisajes –de "amapolas y espigas"– y hacia su gente.

Pablo Guerrero rodeado de niños, en la época
de su inicio como cantante.

En 1969, tras entrar en contacto con Manolo Díaz –que en aquel momento estaba poniendo en marcha el sello discográfico "Acción"–, se presentó en el Festival de Benidorm con su canción "Amapolas y espigas", y obtuvo el premio a la mejor letra y el segundo puesto en la clasificación general. Poco tiempo después a María Dolores Pradera le encantó aquella canción y decidió integrarla en su repertorio. Pablo me ha contado, más de una vez, la sorpresa y la alegría que le produjo aquella decisión de María Dolores, y, ella, en varias ocasiones, me ha confesado que cuando escuchó por primera vez "Amapolas y espigas" lo tuvo clarísimo, tenía que cantarla; inmediatamente Los Gemelos, que le acompañaban, hicieron la adaptación musical, y María Dolores la grabó y la incorporó como una de las canciones claves en sus recitales.

Aquel éxito supuso el punto de arranque de su carrera como cantante, y sobre todo, de su apasionante y lucidísima aventura poética.

Entre 1969 y 1971, Pablo grabó los cuatro singles que mencionaba en el "cuelgue" anterior; discos publicados en el sello discográfico "Acción", en los que contó con la colaboración de Carlos Montero cono arreglista.

Nacho Sáenz de Tejada.
A lo largo de 1973, seducido por el folk norteamericano y, en particular, por Bob Dylan –como le ocurrió a otros muchos cantantes de su generación–, Pablo experimentó una progresiva evolución que le llevó a plantearse empezar a componer canciones con nuevas sonoridades y de temática más urbana. Etapa creativa en la que contó con la colaboración y con la amistad, de otro de nuestros grandes músicos, y magnífico gitarrista, Nacho Sáenz de Tejada.

Uno de los resultados de aquella evolución fue la canción "A cántaros", que pronto se convirtió en una especie de himno a la libertad y a la esperanza en la lucha contra la dictadura, es decir, en algo muy similar a lo que representaron a escala nacional, "L'estaca" de Llach, o "Al vent", de Raimon

«Tú y yo, muchacha, estamos hechos de nubes
pero, ¿quién nos ata?
Dame la mano y vamos a sentarnos
bajo cualquier estatua
que es tiempo de vivir y de soñar y de creer
que tiene que llover a cántaros.

Estamos amasados con libertad, muchacha,
pero, ¿quién nos ata?
Ten tu barro dispuesto, elegido tu sitio,
preparada tu marcha.
Hay que doler de la vida, hasta creer,
que tiene que llover a cántaros.

Ellos seguirán dormidos
en sus cuentas corrientes de seguridad.
Planearán vender la vida y la muerte y la paz.
¿Le pongo diez metros, en cómodos plazos, de felicidad?
Pero tú y yo sabemos que hay señales que anuncian
que la siesta se acaba
y que una lluvia fuerte, sin bioencimas, claro,
limpiará nuestra casa.
Hay que doler de la vida, hasta creer,
que tiene que llover a cántaros».


En 1972, con el nombre de esa canción: "A cántaros", Pablo editó su primer LP, en el sello Acción. Un disco en el que le acompañaron Nacho Sáenz de Tejada, Juan Alberto Arteche, José González, José María Panizo, Alex Kirschner, Quntanilla y Carmen Santonja, de "Vainica Doble".




En aquel disco Pablo puso de manifiesto algo que ya había demostrado en su canción "Amapolas y espigas", y que después, con el paso del tiempo, quedó plenamente confirmado: me refiero a su desbordante sensibilidad poética. Él es, sobre todo, un gran poeta que canta. Un poeta que sabe captar y trascender la realidad y la vida cotidiana en profundidad, es decir, comprometiendo en ellas su sensibilidad y sus sentimientos; un poeta cálido, intimista y radicalmente positivo, capaz de contagiarnos con sus versos la pasión por la vida real, y por la imaginable; poeta anclado en la esperanza que siempre guarda «un rincón de sol en su cabeza».

Desde esa perspectiva poética, en el LP "A Cántaros", encontramos canciones como "Hoy que te amo", que son de una profundidad y de una belleza verbal y sensitiva indescriptibles.


«Hoy que te amo, mujer, amiga y compañera,
vamos a creer que nuestras manos crecen,
y que tenemos mil dedos o diez mil, y que todos
son como antorchas que a la noche amanecen.

Hoy que te amo, voy a incendiar el aire
con la risa y el beso de tu voz y la mía.
Voy a aventar lo que de bueno tenga
con tu contacto de piel amanecida.

Hoy que te amo, dejará de ser
la libertad una palabra escrita en la pared.

Hoy que te amo, el mundo, tú y nosotros
baila en corro una danza solidaria,
y se buscan las manos y nuestro amor de golpe
como una lluvia fértil se derrama

Estaba yo, ¿te acuerdas?, cantándote estas cosas
junto a la puerta del Museo del Prado.
Un hombre se acercaba, muy amable nos dijo:
"Está prohibido que estén aquí sentados"».

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