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martes, 3 de mayo de 2011

¡MALDITAS GUERRAS! - 42

Aunque el "cuelgue" diario "contra la guerra" suelo ponerlo en el blog un poco más tarde, hoy voy a adelantarlo porque quiero ofreceros un texto que es más largo de lo habitual, y he pensado que adelantándolo puede que haya más tiempo para leerlo.

El texto a mí me parece interesantísimo y necesario. Su autor es JOSEPH ROTBLAT (Premio Nobel de la Paz en 1995).


Joseph Rotblat nació en Varsovia en 1908 y falleció en agosto de 2005. Estudió Física en la universidad de Varsovia licenciándose en 1932 y doctorándose en 1938. En 1939, se trasladó a la Universidad de Liverpool para continuar sus trabajos de investigación en Física Nuclear. Formó parte del grupo de científicos británicos que se integraron en el Proyecto Manhattan durante la II Guerra Mundial. Desde 1945 hasta 1949 fue director de investigación en física nuclear en la Universidad de Liverpool. Por motivos de conciencia en contra de la carrera de armas nucleares decidió cambiar su actividad hacia la Física Médica. 

A partir de entonces se entregó a una actividad que marcó profundamente su biografía: crear una conciencia mundial que ayudase a frenar la carrera de armas nucleares, y comprometerse activamente en la defensa de la paz. En 1995 recibió el Premio Nóbel de la Paz en reconocimiento a su trabajo en ese campo. Además, en 1997 fue galardonado con el Premio "Por Una Distinguida Vida Como Líder por la Paz" que otorga la Nuclear Age Peace Foundation.


¿PONEMOS FIN A LA RAZA HUMANA
O RENUNCIAMOS COMO HUMANIDAD
A LA GUERRA?
Joseph Rotblat

«El hecho de que el hombre es el causante de graves daños a sí mismo, es algo muy cierto. A través de la historia hemos presenciado innumerables guerras y las terribles carnicerías que ocasionan. Lo más asombroso de todo es que, en términos absolutos, el mayor número de víctimas ocasionadas por la guerra han ocurrido en este siglo, el "siglo de la inteligencia". En la primera guerra mundial, más de 18 millones de personas perecieron como consecuencia directa de esa guerra. En la segunda guerra mundial, más de 60 millones de seres humanos perdieron la vida. A partir del fin de esa conflagración, se han originado numerosos conflictos, sobretodo en los países en desarrollo, con la pérdida de más de 40 millones de personas. 

En todos estos terribles, trágicos eventos, la especie humana no estuvo del todo amenazada. La principal razón fue la carencia de técnicas para que eso ocurriera. Ahora eso se ha superado por medio del desarrollo de las omnicidas bombas que destruyeron Hiroshima y Nagasaki. La destrucción de esas ciudades fue el heraldo de una nueva era, la "Era Nuclear". La principal característica de dicha era es que por primera vez en nuestra historia hemos adquirido la tecnología necesaria para poner fin a toda la raza humana en una simple acción.

Tal vez algunos crean que estoy exagerando. Nosotros, los científicos que comenzamos a crear la bomba atómica, nunca creímos que eso pudiera ser el resultado de nuestro trabajo. Cuando iniciamos los estudios de la bomba atómica, teníamos una idea bastante aproximada de su enorme y destructivo poder. Sabíamos que habría una terrible explosión, una enorme onda de calor y hasta la lluvia radioactiva. Sabíamos que el uso de dicha bomba podría destruir ciudades como Hiroshima, y más tarde, que las bombas de hidrógeno vaporizarían a urbes como Nueva York. Aun así, creímos que no era una amenaza para la humanidad, porque para eso se necesitaría un enorme número de artefactos, tal vez más de cien mil. Ni siquiera en nuestros más pesimistas pensamientos pudimos imaginar una situación en la que fueran producidas un número tan monstruoso de armas. 

Pero la sociedad humana fue así de estúpida y en unas pocas décadas esas miles de bombas fueron fabricadas [...]. Fue entonces cuando nos dimos cuenta de que nuestro trabajo de investigación nos había conducido al desarrollo de unos medios que podían provocar la destrucción de nuestra civilización y una seria amenaza para la existencia humana misma. Esto supone una enorme responsabilidad para todos nosotros.

Por mi parte, a partir de aquel momento, abandoné el Proyecto Manhattan para dedicar toda mi vida a un nuevo proyecto: "La lucha por un mundo libre de guerras y de violencias; un mundo en el que la ciencia y la tecnología siempre se pongan al servicio de la paz".

En esa lucha, hace cuarenta y dos años un grupo de científicos de todo el mundo firmamos y publicamos el Manifesto Russell-Einstein, manifiesto a través del que quisimos advertir a las personas y a los gobiernos de la crueldad y de los nuevos peligros destructores de las guerras. Esto es lo que dijimos: "En esta ocasión hablamos no como miembros de ésta u otra nación, continente o credo, sino como seres humanos, miembros de la especie humana, cuya continuidad de existencia está puesta en duda." Y continuamos, "ésta es la pregunta que hacemos al mundo, árida, terrible e inescapable: ¿ponemos fin a la raza humana o la humanidad renunciará a la guerra?" Yo soy el único superviviente de los que firmaron ese manifiesto. Por lo tanto, es mi deber, mi misión, continuar haciendo esa pregunta: “¿Ponemos fin a la raza humana o la humanidad renunciará a la guerra?" 

Con el fin de la Guerra Fría, el peligro inminente ha disminuido. Ahora estamos en el proceso de reducir gradualmente los arsenales nucleares y tal vez, lo espero de corazón, deshacernos en un futuro cercano de todas las armas nucleares. No obstante, ese sólo hecho no eliminará el peligro por completo, porque otros medios de destrucción masiva pueden ser inventados por científicos a menos que tomemos las medidas para prevenir que eso ocurra. Debemos desarrollar en nosotros un nuevo sentimiento, el sentimiento de pertenecer a la humanidad, una nueva lealtad, la lealtad a la especie humana. Al hacerlo, no estoy sugiriendo que dejen de ser leales a su nación. Cada uno de nosotros tiene un número de lealtades. Primero tenemos lealtad a la familia, luego lealtad a una comunidad pequeña, y así continuamos hasta llegar a ser leales a la nación. Aquí es donde estamos ahora. Lo que les pido es que agreguen algo más, una lealtad aún más extensa, a la humanidad. Creo que eso es esencial si es que hemos de sobrevivir».
Copyright 1999-2000 Nuclear Age Peace Foundation.

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